En un gym de Santiago Centro.

Hola, este es el primer relato que escribo, es real y ocurrió durante este año.

Me llamo Alejandro y tengo 21 años, aunque me veo un poco menor (sería una especie de twink jaja). Físicamente soy de contextura delgada, mido 1,72 y a pesar de que estoy bastante conforme con mi apariencia, si me complica el hecho de tener esta edad y no engrosar mi musculatura, como la mayoría de cabros lo hacen. Por lo mismo es que decidí desde este año empezar a trabajar este asunto y me inscribí a un gimnasio muy X, que queda en el centro de Santiago. El año pasado me eché un ramo en la u por lo que tomé menos asignaturas este semestre, lo que es ideal para llevar a cabo mi plan.

Bueno, el tema es que desde enero comencé a ir a este gym del centro, que no es uno de esos de grandes cadenas sino que uno muy piola. Mi rutina consistía en ir casi todos los días durante la mañana, momento en que el gym estaba muy vacío, éramos pocas personas y casi los mismos de siempre. Pa mí esto era la raja, porque igual me daba un poco de plancha hacer ejercicios frente a weones macizos y yo muy amateur recién partiendo. Seguí así durante todo enero y parte de febrero, hasta que me fui de vacaciones y volví en marzo. Hacer ejercicios durante el verano igual me dejaba algo caliente, pero como éramos casi siempre los mismos, nunca me pasé mayores rollos allí adentro.

A principios de abril yo seguía yendo sagradamente por las mañanas, aunque un día quedé de juntarme en la u con unos compañeros para hacer un trabajo. Fui al gym de todas maneras, pero después de almorzar. Si en las mañanas había poca gente, a la hora de almuerzo estaba casi vacío, supongo que la gente no hace su rutina a esa hora. Como era de suponer también, ese día me encontré con gente que no había visto nunca.

Hacía harto calor ese día, no había pasado nada especial pero yo me sentía un tanto caliente y yo ya estaba terminando mi rutina, cuando veo pasar a un tipo que venía recién llegando y se dirigía a los camarines. Cuando pasó cerca mío me miró y sonrió (que sonrisa más perfecta ctm), yo le devolví la mirada un poco avergonzado. El tipo era un colombiano exquisito, moreno, unos 5 cms más alto que yo, con un cuerpo bien trabajado (aunque para nada un musculín) y tenía un tatuaje en el brazo. Su sonrisa me calentó harto la verdad, y como yo ya estaba terminando, me apuré en ir al camarín pa ver si podía conseguir ver un poco más a este weon.

Saqué mis cosas del casillero y me fui al camarín de hombres, que era bastante chico: dos duchas a un rincón, al lado dos bancas una frente a la otra, y en la otra mitad del camarín urinarios y lavamanos. Cuando entré, vi al colombiano sentado poniéndose su ropa deportiva y a otro tipo gordito, notoriamente incómodo en presencia de personas desconocidas, haciendo todos sus esfuerzos para salir luego de allí. Yo me senté en la banca de al frente del colombiano, dejé las cosas al lado y comencé a sacarme lentamente la polera, arreglando todo lo que iba a necesitar para la ducha: toalla, chalas, shampoo. El colombiano por su parte estaba con su celular en la mano y se quedó sentado wasapeando, solo con sus slips que eran de color crema. Conchetumare, era exquisito este weón y no podía evitar mirarlo, aunque lo intentaba disimuladamente. Me saqué mis shorts y quedé solo en boxers, emulando al amigo de al frente, también con el celular en la mano. Yo notaba que este weon se pasaba discretamente la mano por su slip, lo que más caliente me tenía. El otro tipo que estaba con nosotros en el camarín ya estaba listo, cerró su bolso y se fue.

Mierda, me quedé solo con el colombiano!!! Estaba un poco ansioso y nervioso. Nuestras miradas empezaron a cruzarse y él no dejaba de sonreír. Yo por mi parte no podía pararme aún, tenía el pene erecto y no quería hacerme notar, mientras que él cada vez de forma más desinhibida se pasaba la mano por su slip. No me hizo falta hacer nada y él se paró, con unos shorts en una mano y el teléfono en la otra, yo ya me había pasado una porno entera en mi cabeza. Decidí ponerme de pie también y quedamos muy cerca. Yo aún impactado por lo caliente de la situación, decidí sacarme los boxers, tal como si me fuese a meter a la ducha, y con la toalla en la mano intentaba esconder mi erección. De todas formas, ya presentía que mis miradas me debían haber delatado hace rato, así que aprovechando la cercanía con él, y que a pesar de todo el tiempo que llevaba allí aún no se ponía su short, decidí actuar y estirar mi mano, mirándolo a los ojos, intentando encontrar su mirada cómplice. Y así fue, él por su parte se bajó su slip y me dejó ver su pene semierecto. Conchetumare, ya no sabía que me pasaba y se lo agarré con una mano, agachándome para chupárselo, sintiendo como crecía su weá en mi boca. Era muy larga su weá, aunque de un grosor muy normal.

Que placer esta weá, nunca imaginé que en un lugar tan piola como ese gimnasio iba a vivir una de las experiencias más excitantes de mi vida.

Cuando se lo estaba chupando, él tocaba mi culito que estaba al descubierto. Yo sentía una adrenalina indescriptible, porque a pesar de que había muy poca gente en el gym, no dejaba de ser un lugar público y no sabíamos quien podía entrar. Todo pasaba muy rápido, y me paré para quedar a su altura. Este weón me agarra y me da un beso muy caliente, que solo la gente que ha besado a un centroamericano podría entender ese sabor latino-caribeño o no se como llamarlo que tienen sus besos: el más caliente que jamás me hayan dado sin duda. Yo sentía como si quisiera acabar chorros de semen en cualquier momento, de verdad estaba muy excitado y con mucha adrenalina de estar haciéndolo en un lugar público. Ambos empezamos a masturbar al otro, quedando atentos a cualquier sonido desde afuera que nos advirtiera que podría estar llegando alguien.

Todo seguía pasando muy rápido y decidí abrir la puerta de una ducha y meterme a ella. Di el agua, dejando la puerta abierta y masturbándome, mientras él hacía lo mismo desde su lado. Corté el agua y el weón se acercó a mí, me dio vuelta y empezó a comerme el culito. Toda la pasión que había sentido en la boca con su beso, se trasladó ahora a mi culo que estaba siendo atacado por un profesional. Conchetumare, el placer era inmenso, no daba más. El colombiano ahora empezó a rozarme con su pene mientras me agarraba de la cadera, mientras nos dábamos un beso en esa posición. Mientras estábamos en eso, sentimos un pequeño ruido y nos separamos inmediatamente. Yo cerré la puerta de la ducha y el colombiano se puso su ropa. Si bien no entró nadie al camarín, el amigo se vistió y salió de allí. Yo estaba a más no poder y me hice una gran paja en la ducha, atento a si volvía a entrar al camarín. Como me quedé solo, no me importó nada jadear por tan rica paja que me estaba mandando. Cuando acabé, me tiré el semen sobre mi cuerpo y luego me bañé y dejé que se fuera con el agua.

Al salir del camarín, ya más tranquilo, pasé cerca del colombiano, quien se acercó dándome la mano y diciéndome chao. Yo me sonrojé y me despedí de él, mirando como se quedaba haciendo pesas, observando lo rico que estaba.

Me lo volví a topar un par de veces, y si bien webeamos harto, ninguno fue tan rico como el de la primera vez

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